227 días para conseguir novio
de Lucía Gonzalez / Carolina Aguirre
Editorial Aguilar
Se está terminando el verano y me hubiese gustado tener tiempo para poder haber escrito antes sobre "Ciega a Citas", un libro plagado del espíritu bloggero que me divierte, me entretiene y me demuestra que no solamente tiene que haber una "supuesta" profundidad literaria para que un material de lectura valga la pena.
¿Porqué lo relacionaba con el verano? La verdad, no lo sé. Lo leí durante un viaje que hice en Septiembre, pero me parecía que era un buen libro para divertirse en un momento de relax, una lectura que es -sólo en apariencia- pasatista, algo ideal para un tiempo más descontracturado.
Pero así como pasa en el cine con las comedias, una literatura que divierta inteligentemente es aún mucho más dificil de lograr que un buen drama, en donde ya hay algunos parámetros preestablecidos para un "cocktail" con buen suceso.
En cambio, no es para nada una tarea fácil lograr este brillante ritmo de comedia que abunda en "Ciega a Citas": es necesario encontrar el resorte exacto que active el desparpajo de un buen texto de humor pero sin exagerar, transitando sobre esa delgada línea, sin pasarse. Dar en el clavo del estilo buscado, un timing completamente aceitado que agilice una historia inquieta, entreteniendo durante todo el libro.
Una vez escrito, todo parace muy fácil desde afuera, pero cada uno sabe que divertir no es tarea sencilla y que los vericuetos del humor son mucho más complejos.
Una vez escrito, todo parace muy fácil desde afuera, pero cada uno sabe que divertir no es tarea sencilla y que los vericuetos del humor son mucho más complejos.
Carolina Aguirre, bajo el seudónimo de Lucía Gonzalez ha escrito este "Ciega a Citas" que primeramente tuvo formato de blog (sí! la novela respira ese aroma a posteos, el ritmo vertiginoso de que en un pequeño párrafo hay que contar muchas cosas con un tono atrapante como para que el lector no se vaya...) y luego también probó con mucho éxtio, su formato televisivo.
Encontrarla editada en un sólo cuerpo y con el formato papel (que sigue teniendo una fuerte atracción por cualquiera de nosotros, amantes de la lecutra) hace que uno no necesite esperar hasta el próximo post y pueda leer toda la historia de un tirón: uno ya puede zambullirse rápidamente y a las pocas páginas el tono es tan amigable que estas desventuras de Lucía, tal como lo define la autora "una treitañera con algunos kilos de más, que vive sola, gana poco y lleva una vida opaca" parecen las de una amiga de toda la vida.
El problema que tiene Lucía, entre otros tantos, es que su hermana menor, Irina, se va a casar. Y obviamente Lucia tiene que ir con algún acompañante a ese casamiento.
Ineludiblemente descalificada por su madre, el casamiento es otro de los puntos en los que su hermana brilla y Lucía queda una vez más "denigrada" ante los ojos de su familia - no olvidemos además que la hermana es fiel cómplice de una madre tan controladora-.
Es así como relata en forma de diario, las desventuras de encontrar pareja en su mundo actual. Durante siete meses y medio tendrá que emprender la dura tarea de lograr que aparezca un "novio de verdad" -entre los que se encuentra un variopinto muestrario: hay un contador amarrete y varios adictos: a la tele, otro al fútbol, otro a su celular-, no solamente para levantar su autoestima sino para demostrarle a su madre, eternamente bufándose de sus fracasos, lo que ella puede valer.
Es así como relata en forma de diario, las desventuras de encontrar pareja en su mundo actual. Durante siete meses y medio tendrá que emprender la dura tarea de lograr que aparezca un "novio de verdad" -entre los que se encuentra un variopinto muestrario: hay un contador amarrete y varios adictos: a la tele, otro al fútbol, otro a su celular-, no solamente para levantar su autoestima sino para demostrarle a su madre, eternamente bufándose de sus fracasos, lo que ella puede valer.
"Cita a ciegas" maneja varios temas, no solamente el de la búsqueda de pareja y los vínculos sino que toma con una habilidad singular en el manejo del humor, otros temas más profundos como la soledad, la no inclusión familiar (el "patito feo" de la familia), los kilos de más, las angustias, los fracasos y la necesidad de encontrar "el lugar en el mundo" de cada uno pasando los treinta.
El manejo del humor delirante como por ejemplo en "Sólo se me pegan los idiotas (2 de Diciembre)", el juego de mails recibidos de los supuestos candidatos el 10 de Enero o en el capítulo "Qué dificil es estar sola! (24 de Febrero)" hace que, si uno ha entrado en el código y la complicidad que propone la autora, sea un libro completamente disfrutable y pueda leerse con una sonrisa permanente.
Algunos pensamientos explotan en medio de cada relato, con una mixtura de crueldad impadiosa y pura ironia y se festejan a cada paso: "José queria que hicieramos "algo" a la salida de la oficina. Así nomás, sin aclarar qué. Yo quería ir a bañarme a casa" -cuenta la protagonista- "pero se me rió en la cara. Lo que los hombres no saben es que nosotras no tenemos esas veleidades por coquetas, sino porque no estamos depiladas, tenemos un corpiño horroroso o esmalte rojo saltado en las uñas de los pies."
Algunos pensamientos explotan en medio de cada relato, con una mixtura de crueldad impadiosa y pura ironia y se festejan a cada paso: "José queria que hicieramos "algo" a la salida de la oficina. Así nomás, sin aclarar qué. Yo quería ir a bañarme a casa" -cuenta la protagonista- "pero se me rió en la cara. Lo que los hombres no saben es que nosotras no tenemos esas veleidades por coquetas, sino porque no estamos depiladas, tenemos un corpiño horroroso o esmalte rojo saltado en las uñas de los pies."
Y una mirada a la soledad tan llena de humor como de melancolía y tristeza "Nosotros estamos juntos para no sentir los sabados a la noche que caminamos por la cornisa. Para no ver un plato y una taza en el lavaplatos, para no sentir las pantuflas frías, para no despertarnos el domingo al mediodía y ver los bordes de pizza retorcidos de la noche anterior, para no sentir envidia de esas familias que llevan los bolsos, felices, para pasar el dia en el club. Estamos juntos para no preguntar cuánto es el mínimo de helado que traen a domicilio, para no revolver todas las bandejas de milanesas en el supermercado hasta encontrar la más chica, para no tener que ir solos a todos lados y soportar la mirada ajena que nos dice que somos fracasados, olvidados, el chico que en la clase de gimnasia nadie elige para jugar al quemado".